miércoles, 18 de diciembre de 2013

Bolívar y Colonia 4711

Bolívar y Colonia 4711

Por: Jorge Mier Hoffman
El perfume es producto de una mezcla de aceites aromáticos, alcohol y un fijador, que es utilizado para proporcionar un duradero aroma. Su origen se remonta a la prehistoria, cuando el hombre lograba extractos de flores para cubrir el mal olor, tal cual se popularizó en Francia, cuando las heladas restringían los baños a las damas de la aristocracia, principalmente, y fue necesario hacer uso de fragancias para espantar el mal olor en los pasillos de la Corte.
Fue así como se popularizó la industria del perfume en Francia, convirtiéndose en un producto de exportación que generaba importantes divisas que no quería compartir con la competencia, a propósito de la expansión napoleónica por Europa, siendo el Agua de Colonia 4711 una de las pocas sobrevivientes al cierre de perfumerías ordenadas por Napoleón Bonaparte. Según el novelista Alejandro Dumas (hijo): “Por esa época todo el mundo se bañaba en perfumes excepto, los filósofos, que preferían diferenciarse por su mal olor, aunque muchos de ellos sucumbieron también en la tentación de usarlos”
Cuenta la historia, que el 8 de octubre de 1792 un monje cartujo le obsequió al comerciante Wilhelm Muehlens un singular regalo de boda: Se trataba de la fórmula secreta de un agua maravillosa con una agradable fragancia dulce que cautivaba por su olor penetrante.
Wilhelm creyó desde el inicio que esta particular fórmula tendría mucho éxito, y en consecuencia de inmediato abrió una manufactura de la singular fragancia, contando entre sus aficionados a artistas de la talla de Goethe y Wagner. Dos años después, en tiempo de la ocupación francesa en Alemania, Napoleón ordenó que todas las calles fueses numeradas correlativamente, para así poder acantonar a su ejército en el control de la ciudad de Colonia, pintoresco caserío fundado por los romanos a orillas del río Rin, correspondiéndole a la casa de Wilhelm Muelhems el número 4711, que daría nombre al Agua de Colonia.
En 1810 Napoleón Bonaparte ordenó cerrar las fábricas de perfumes en las naciones ocupadas, para proteger el perfume francés que pretendía la exclusividad del mercado de la fragancia. Es así como llegaron a una factoría de cuatro pisos a la que habían censado con el número 4711. Cuando interrogaron al dueño sobre el agradable olor que se percibía en el ambiente, éste para evitar que lo cerraran, como venían haciendo los soldados en otras factorías, les dijo: “¡¡¡No por favor!!!… eso que huelen no es perfume, es un agua medicinal para frotar el cuerpo y aliviar los dolores… ¡¡¡Es Agua de Colonia!!!”… y así surgió el agua medicinal que cautivó al Libertador, en la oportunidad en que estuvo en la ciudad de Hamburgo, cuando se preparaba a viajar a Estados Unidos en 1806, puesto que Hamburgo era la ciudad portuaria más importante de toda Europa, ya que desde el 1550 allí llegaban muchos de los bienes que se importaban del Nuevo Mundo.

¡¡¡Bolívar veintidós años después!!!

Son las 6:00 de la mañana en las laderas del valle de Bogotá al pie del cerro Monserrate, donde se encuentra una espectacular casa de campo conocida como la Quinta de Bolívar. Fue construida por Don José Antonio Portocarrero en el año de 1800, sobre los cimientos donde una vez estuvo un molino, y luego la casa del cura de la iglesia de Bogotá… Desde 1821 la quinta fue habitada por Bolívar como un obsequio que le hacía la capital a su Libertador… Justo en el remanso de la montaña, Bolívar hizo construir una alberca forrada de azulejos, que se alimenta de las heladas aguas que bajan de la montaña, para disfrutar sus baños matutinos que erizaban los pelos a sus oficiales: cuando el frió entumecía los huesos y la neblina cubría el valle, sólo el Libertador es capaz de soportar las terribles temperaturas que le ponen la piel morada, pero que tanto disfruta, mientras su secretario y edecanes cumplen las ordenes que gira su excelencia inmerso en las frías aguas, leyendo la correspondencia oficial… Con el ceño fungido muestra su desagrado, gesto más que elocuente para que su secretario del interior, el historiador José Restrepo, tome nota de la respuesta que se debía dar… Son ademanes que conocen muy bien los más allegados a su excelencia, con quienes comparten la responsabilidad del gobierno de Colombia… Luego del helado baño de montaña, cubre su cuerpo con ese aroma dulce característico del agua de colonia alemana, que se adelantaba anunciar la presencia del Libertador en cualquier lugar donde llegaba.
A las 11:00 Bolívar y su mayordomo, José Palacios, se dirigen a la caballeriza para asegurarse que los caballos se bañaron, comieron, se les revisaron las herraduras, y le fueron peinadas las crines y colas… Personalmente Bolívar chequea las correas de la silla de montar y se asegura que estén bien amarradas ¡¡¡Y antes de montar!!! “a bautizar al palomo” – dicen de manera jocosa sus oficiales, al momento en que Bolívar rocía su caballo con el característico aroma de Colonia 4711, que no sólo lo caracterizaba a él, sino también a sus bestias y hasta sus perros… Sus soldados hacían bromas en caso de caer prisioneros, ya que para el enemigo ubicar al General Bolívar no sería nada difícil con sólo seguir la fragancia del perfume alemana. Tal era la fama del Libertador y su inseparable fragancia del Agua de Colonia, que se hizo célebre entre sus soldados, decir, cuando se proponía exagerar el gasto que una persona hiciera en el consumo de determinado artículo de no imperiosa necesidad, “hombre, usted gasta en cigarrillos (por ejemplo) más que el Libertador en agua de Colonia”.
Qué Simón Bolívar cuidase mucho del aseo de su personal, con la exageración de bañarse dos y tres veces al día, y que consumiera diariamente hasta un frasco de Agua de Colonia, es una demostración de la pulcritud como también manejaba los asuntos públicos y militares, sólo perturbado, en una oportunidad, durante los cuatro años de su permanencia en el Perú, cuando tuvo el Tesoro Nacional que pagar ¡¡ocho mil pesos!!! invertidos en Agua de Colonia 4711 “para uso y consumo de su excelencia el Libertador, gasto que corre parejas con la partida aquella del Gran Capitán: En hachas, picas y azadones, tres millones”… Reparo fiscal que se le hizo al Libertador, cuya copia desapareció en un voraz incendio ocurrido en los Archivos del Tribunal Mayor de Cuentas en 1884.
Otra de las anécdotas de Bolívar y su adicción al Agua de Colonia 4711, la escribió su médico de cabecera en Santa Marta, Alejandro Próspero Révérend, cada vez que entraba a su habitación del enfermo, y Bolívar rociaba el ambiente con el dulce aroma, al momento que le decía “Usted huele a remedio”.
En mi curiosidad, traté de hallar el interés de Bolívar en esa colonia alemana, dada la afición del Libertador a costumbrismo francés, y encontré un razonamiento interesante:
“En aquella época, la colonia 4711 no se vendía como fragancia o perfume, sino como agua medicinal, que a su vez tenía un aroma dulce, porque así lo exigió Francia en la oportunidad en que sus tropas llegaron a la localidad de Colonia. Y como agua medicinal se popularizó el uso de la colonia 4711. La gente se bañaba de agua de colonia 4711 cuando tenía fiebre y se frotaba los golpes, asegurando que ello aliviaba el dolor. También se decía que agua de colonia frotada en el cabello aliviaba la picazón de pulgas, y frotada, previamente calentada, sobre el vientre, también aliviaba el malestar del período menstrual de las mujeres ¡¡¡y lo más importante!!! era la fragancia más económica del mercado, ya que los perfumes francés eran muy costosos y acaparaba la atención de damas y caballeros. Mi suegro Antonio Medina, quien fue un apasionado de la historia bolivariana, se enorgullecía rociándose del Agua de Colonia 4711, diciendo: hoy huelo Bolívar”
Por lo tanto no es de extrañar que Bolívar, quien sí creía en los remedios naturales, más no en los medicamentos de botica, usara el agua de colonia 4711 en sus largas travesía, y con ella también ahuyentara las pulgas y el mal olor de la bestia que montaba en sus largos caminos de selva y montaña.

LA COLONIA 4711 EN LA HISTORIA

Estimado Sr. Mier Hoffman Y Sr. de Wekker:
Ante todo un cordial saludo. Les agradezco muchísimo sus prestísimas y desinteresadas respuestas a mis inquietudes. Quisiera compartir con ustedes algunos de mis últimos hallazgos.
Le he escrito al Sr. Johann Maria Farina en Colonia (pariente y octava generación de la familia Farina encargado de la compañía hoy en día) quien me ha puesto en contacto con la oficina de archivos de la compañía. Y me ha respondido lo siguiente: “Laut unseren Unterlagen benutzte Simón Bolívar 1820 Farina Eau de Cologne” (según nuestros archivos Simón Bolívar usó en 1820 la agua de colonia Farina).
Igualmente le he escrito a la compañía encargada de la marca 4711 Echt Kölnisch Wasser y me ha respondido lo siguiente: “Wir haben die ehemaligen Muelhens-Marken Anfang 2007 von Procter&Gamble übernommen. Weder in den uns vorliegenden Unterlagen noch in den Archivunterlagen beim RWWA in Köln ist etwas über Simón Bolívar zu finden. Er ist bereits 1830 verstorben und aus dieser Zeit liegen keine Kundenverzeichnisse o. ä. vor. Auch in späteren Unterlagen wird er nicht als früherer Kunde erwähnt” (En el año 2007 hemos adquirido de Procter& Gamble las marcas que original pertenecían a la casa Muelhen- fundadora de la colonia 4711. No hemos conseguido en nuestros archivos ni en los Arhivos Económicos de Renania del Norte en Colonia nada sobre Simón Bolívar. Está muerto desde 1830 y no tenemos ningún directorio de clientes previos a esa fecha. En los archivos sobre años siguientes tampoco hay ninguna referencia a Simón Bolívar como antiguo cliente).
Le he pedido al Sr. Farina y a los encargados de sus archivos si es posible que me enviasen una copia del registro que demuestra que Simón Bolívar fue cliente de la agua de colonia Farina.
Esto por supuesto no cierra la posibilidad de que Bolívar haya usado la colonia 4711. Simplemente nos dice que no la compró directamente a la casa matriz de la compañía. Sin embargo me parece muy interesante la confirmación del Sr. Farina por varias razones: a) el aroma de estas colonias, a pesar de tener ambas una esencia de limón y naranjas, es en realidad muy distinto uno del otro. b) Farina, fundada en 1709, fue la colonia predilecta de muchas de las casas reales de Europa (les anexo la lista de antiguos clientes famosos de la casa Farina, de la cual creo que saldrá pronto una actualización donde aparecerá Simón Bolívar). c) La colonia 4711, fundada en 1803, fue originalmente una copia de la fragancia Farina y trás varias peleas legales fue forzada a cambiar de nombre. La popularidad de la colonia 4711 es mucho mayor que la Farina original, y su precio contribuye a que así sea. Una botella de 50ml de Farina cuesta 60 EUR. La misma cantidad de 4711 cuesta 16 EUR.
Cuando tenga más información se las haré llegar.
Cordialmente,
Camilo Daza – 09 /07/ 2009
Estimados Sr. Mier Hoffman y Sr. de Wekker:

Reciban mis más cordiales saludos desde Hamburgo. Les escribo en esta oportunidad para enviarles el artículo final que he escrito sobre los 300 años de la casa Johann Marian Farina y que la revista GP (Guía Platinum) de Caracas ha publicado en enero de este año. De igual manera quisiera expresarles nuevamente mi más profundo agradecimiento por sus amables respuestas y generosa colaboración.

Cordialmente,

Camilo Daza Tapia- 03 /02/ 2010
 

martes, 17 de diciembre de 2013



Antología del Pan  
Salvador Novo*





El Pan, según la Biblia, resulta ser tan antiguo como el hombre mismo. Adán, vegetariano, al ser echado de su huerta, no sólo fue condenado a ganarlo con el sudor de su frente, sino que iba en lo sucesivo a alimentarse de carnes –caza y pesca- para tragar, las cuales necesitaban acompañarse de pan, tal como nosotros. Las frutas y las legumbres pasan sin él. Mas para aquellas constantes excursiones de nuestros abuelos prehistóricos, como para las nuestras, era bueno llevar sándwiches. Toda pena es buena con pan. Y el que tiene hambre, piensa en él. Lo comen las personas que son como él de buenas. Calma el llanto. ¿A quién le dan pan que llore? Y las personas sinceras le llaman por su nombre, y al vino vino.


El pan es sagrado. Manhá “¿qué es esto?” “El pan que se cuaje en torno de nosotros, mejor que en los trigales:” Antes, Lot (Génesis, III) hizo una fiesta “e hizo pan”. Y Abraham, cuando recibió a los ángeles, ordenó a la diligente Sara (Génesis XVIII) que preparara panecillos.


El pan no armoniza con ciertos guisos ni con determinados líquidos. Por eso a las personas inarmónicas se les llama “pan con atole” y es preferible comer tortillas con los frijoles y piloncillo con el atole. Tal hacían los indios y todavía o aceptan el pan. Es sagrado, he dicho, y es católico. Conformándolo con diversas maneras se celebran fechas notables: las roscas de reyes, el pan de muerto, y desde luego las torrijas y la capirotada y los chongos.


El pan es inseparable de la leche. Si incompatible con el atole, es indispensable con el chocolate o con el café con leche. Niños y viejos lo bendicen porque se reblandece mojándolo en “sopas”. No es menor su interés literario. ¿En qué novela con calabozos no aparece, con el jarro de agua, un pan duro? ¿En qué novela con altruismo no se habla de los mendrugos o de las migajas y no se dice: “nos arrebatan el pan.” ¿Y el amargo pan del destierro?


En nuestros pueblos, coloniales aún, el pan se vende en las plazas, en grandes canastos. Todavía las familias, en las “colonias”, tienen un panadero predilecto, aquel que constituye en flirt decorativoque llega a las cinco de la tarde, cuando ellos vuelven del colegio, con su gran bandeja de chilindrinas, hojaldras, violines, huesos, cocoles, monjas, empanadas, roscas de canela, cuernos, chamucos… Las teleras –bolillos y virote, según la región- que consumimos usualmente en la mesa son adecuadamente grandes; parecen encerrar, además, en su forma de puño cerrado, una sorpresa.


El pan rebanado, americano –el pan que usted comerá– ya se sabe que nada encierra.


(¡Oh, razas blondas que procedéis por partes, por pisos, por años, por capítulos, por tajadas, por estados!) La telera y el bolillo son aristocráticos, totales e individualistas. Nadie que se respete comerá delante de la gente una sobra de bolillo como se come una rebanada de pan. Y decid, francamente, ¿no halláis preferibles las tortas compuestas a los sándwiches, aun los pambazos compuestos? Mas, ya aparecen casas americanas que reparten pan en automóvil: tostado y de pasas –¡poca imaginación nórdica!–, para todos los usos. Aquellos grandes surtidos de bizcochos para la merienda van desapareciendo. En los cumpleaños ya se parte el birth-day-cakes. El té substituye al chocolate y se toma con pan tostado o con pan de pasas. Los bolillos, grandes trigos, ceden su puesto a las monótonas rebanadas. México se desmejicaniza. “Con su pan se lo coma.”


*«Antología del pan», escrito por Salvador Novo, uno de los ensayistas más importantes de la literatura mexicana. Por su calidad, este texto es un modelo en la estadística moderna.




Simón Bolívar


Masón y Genio de América

Q.·. H.·. Edgar Perramón Q. M.·. M.·.
R.·. L.·. Lautaro Nº 197
Las buenas costumbres, y no la fuerza, son las columnas de las leyes y el ejercicio de la justicia es el ejercicio de la libertad.  Simón Bolívar.


Nace en Caracas, el 24 de julio de 1783, el Libertador SIMÓN JOSÉ ANTONIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD BOLIVAR PALACIOS Y BLANCO, quien fue  masón y llegó al Grado 33º de la Masonería. Simón Bolívar, el Genio de América, Libertador de Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú y fundador de Bolivia, fue un masón ilustre. Descendió de una familia aristocrática y rico patrimonio. Fueron sus padres Juan Vicente Bolívar y María de la Concepción Palacios.
Recibió esmerada educación. Sus maestros fueron ilustres caraqueños, Andrés Bello y Simón Rodríguez, el primero poeta y culto, aunque de ideas conservadores, el segundo, de ideas revolucionarias y apasionado lector del escritor masón Francés Juan Jacobo Rousseau. Simón Bolívar quedó huérfano antes de cumplir 15 años, pasando bajo la tutela de su tío Carlos Palacios, quien lo envió a Madrid en 1799, donde contrajo matrimonio en 1801, con María Teresa del Toro, la bella sobrina de un opulento Marqués. Con su joven esposa viajó por Francia y regreso a Venezuela. Infortunadamente, en 1802, la fiebre amarilla acabó con la existencia de María Teresa.
Simón Bolívar Palacios ingresó a la Masonería a los 21 años, en Cádiz, en su segundo vi­aje a Europa, en enero de 1804, ya viudo de María Teresa del Toro, que había fallecido, en San Mateo, a 91 km. de Caracas, en enero de 1803, después de ocho meses de su matrimonio.
Humboldt le regaló al joven Bolívar, en su primer viaje a Europa, en 1799, en París, un libro sobre “Los altos grados de la Masonería”, impreso en 1774; debió ser el inicio de su interés por la Masonería.
Bolívar hizo intensa vida masónica en París, donde participó activamente en la Logia San Alejandro de Escocia, el primer y tercer miércoles de cada mes. El 11 de noviembre de 1805 recibió el Grado de Compañero y, antes de terminar el año de 1806, en fecha que no ha sido posible precisar, era promovido al último de los tres grados simbólicos de la Masonería, el de Maestro.
Los templos masónicos eran los únicos refugios abiertos a los luchadores por la emanci­pación.
La tarde del 15 de agosto de 1805, en el Monte Sacro, una de las siete colinas de Roma, junto a su Maestro, don Simón Rodríguez, habría de reiterar su juramento y su fervor liber­tario y consagrar su vida a la causa de la Independencia Hispanoamericana.
El escenario físico de la acción de Bolívar en Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bo­livia fue de más de 5 millones de kilómetros cuadrados, equivalente a 23 países de Europa o al doble de los desplazamientos de Napoleón. Participó en 79 batallas y más de 400 acciones de armas y cabalgó 64.000 Km. en 25 años de lucha y sacrificio. Recomendaba una marcha promedio de 10 leguas por día (55 km.). Dejó no menos de 10.000 documentos, 2.052 cartas y 193 proclamas.
El Manifiesto de Cartagena (15 de noviembre de 1812), donde plantea la unidad de mando para luchar hasta conseguir la victoria y consolidar unidos la independencia y la libertad; la Carta de Jamaica (6 de septiembre de 1815) donde analiza el pasado y presente de Hispanoamérica y sustenta su visión profética del Congreso de Panamá y la creación de la Gran República de Colombia; y el Discurso de Angostura (15 de febrero de 1819), hoy Ciudad Bolívar, en que crea la Gran Colombia que comprendía a las actuales naciones de Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador, son los grandes documentos generados en la América del Siglo XIX en que se encuentran los elocuentes y notables testimonios del pensamiento masónico de libertad, unidad e integración que Bolívar cultivaba con fervor. La Convocación al Congreso de Panamá, instalado el 22 de junio de 1826, más allá de una simple alianza defensiva, ya configuraba en Bolívar el primer intento de estructurar una confederación de naciones como unión íntima y estrecha de nuestros pueblos. No todos supieron acompañar a Bolívar que, en gesto visionario, había proclamado “para nosotros la patria es América”.
Angostura, Bolívar tenía 29 años, dirá “Unidad, Unidad, Unidad, debe ser nuestra di­visa”, “moral y luces son nuestras primeras necesidades” y aún en su despedida final dirá que “todos debéis trabajar por el bien inestimable de la unión”. Entonces nace su gran proyecto, que enlaza con los sueños de Miranda: crear la Gran Colombia, con Venezuela, Colombia y Ecuador unidos y, más tarde, Perú y Bolivia, el sueño vigente de la Patria Grande Latinoamericana, con más de doscientos lenguas indígenas, que se extinguió con su vida en 1830.
La vida masónica activa de Bolívar fue breve, pero supo dejarle huellas profundas e indel­ebles. El 3 de diciembre de 1814, fue excomulgado por un edicto de los gobernadores del arzobispado de Bogotá, los canónigos Juan Bautista Pey y José Domingo Duquesne y, más tarde, el 4 de agosto de 1829, fue calificado de liberal y ateo por la Sagrada Congregación de Negocios Eclesiásticos Extraordinarios del Vaticano, en su sesión 116.
Bolívar nos llevó a la gloria y a la grandeza en Boyacá, Carabobo, Pichincha, Junín y Aya­cucho. Vivió intensamente desde 1826 hasta su muerte en 1830.
Al medio día del 17 de diciembre de 1830, muere Bolívar en la Quinta de San Pedro Ale­jandrino, a cinco kilómetros de Santa Marta, en Colombia, adonde había llegado el día primero, en el bergantín nacional “Manuel”, desembarcando a las 7.30 de la noche. Su médico francés, de 34 años, Alejandro Próspero Reverend y amigos leales y generosos, casi todos extranjeros, están a su lado. Se fue con una camisa del General José Laurencio Silva, masón como él, porque las suyas estaban rotas.
Su leal y sabio amigo, José María Vargas, el Presidente de 1835-1836, también masón, va a ser su albacea testamentario, encargo que cumple con notable acuciosidad.
Mientras muchos se regocijaban por la muerte del Libertador, los periódicos de Londres, Nueva York y “El Araucano” de Santiago de Chile del 16 de abril de 1831 lamentaban la partida de una figura tan gloriosa y libertaria como la de Bolívar. José Martí, en páginas memorables, dijo que “¡lo que él no dejó hecho, sin hacer está hoy: porque Bolívar tiene que hacer en América todavía!”.
Chile decretó entonces duelo nacional de 8 días y los funcionarios públicos chilenos visti­eron de luto como “profundo dolor por tan triste pérdida” y “gratitud por la larga carrera de servicios gloriosos prestados a la independencia americana” por el Libertador Simón Bolívar. Además, no se olvidaba el fraterno y solidario discurso que Bolívar pronunció en Lima en homenaje a Bernardo O’Higgins, el 7 de septiembre de 1823, en el agasajo que las autoridades peruanas ofrecían al desterrado Libertador de Chile, que con singular ab­negación cívica había abdicado al mando supremo el 28 de enero de 1823. Bolívar siempre había destacado “la afinidad de principios” que lo unía con O’Higgins.
Doce años después, sus restos fueron sepultados en la Caracas de su país natal, el 17 de diciembre de 1842, en la segunda Presidencia del general Páez.
El historiador masónico venezolano, Celestino B. Romero, con fehaciente documentación, comprobó que en 1823, por intermedio del Gran Comisionado Joseph Gernau, el Soberano Gran Consistorio de Jefes de la Alta Masonería de Estados Unidos otorgó el Grado 33º de Simón Bolívar.
.·.

GUAYAQUIL (1822)

(EL ENCUENTRO DE BOLIVAR Y SAN MARTIN)
Pablo Neruda
CUANDO entró San Martín, algo nocturno
de camino impalpable, sombra, cuero,
entró en la sala.
Bolívar esperaba.
Bolívar olfateó lo que llegaba.
Él era aéreo, rápido, metálico,
todo anticipación, ciencia de vuelo,
su contenido ser temblaba
allí, en el cuarto detenido
en la oscuridad de la historia.
.·.
Venía de la altura indecible,
de la atmósfera constelada,
iba su ejército adelante
quebrantando noche y distancia,
capitán de un cuerpo invisible,
de la nieve que lo seguía.
La lámpara tembló, la puerta
detrás de San Martín mantuvo
la noche, sus ladridos, un rumor
tibio de desembocadura.
.·.
Las palabras abrieron un sendero
que iba y volvía en ellos mismos.
Aquellos dos cuerpos se hablaban,
se rechazaban, se escondían,
se incomunicaban, se huían.
.·.
San Martín traía del Sur
un saco de números grises,
la soledad de las monturas
infatigables, los caballos
batiendo tierras, agregándose
a su fortaleza arenaria.
Entraron con él los ásperos
arrieros de Chile, un lento
ejército ferruginoso,
el espacio preparatorio,
las banderas con apellidos
envejecidos en la pampa.
.·.
Cuanto hablaron cayó de cuerpo a cuerpo
en el silencio, en el hondo intersticio.
No eran palabras, era la profunda
emanación de las tierras adversas,
de la piedra humana que toca
otro metal inaccesible.
Las palabras volvieron a su sitio.
.·.
Cada uno, delante de sus ojos
veía sus banderas.
Uno, el tiempo con flores deslumbrantes,
otro, el roído pasado,
los desgarrones de la tropa.
.·.
Junto a Bolívar una mano blanca
lo esperaba, lo despedía,
acumulaba su acicate ardiente,
extendía el lino en el tálamo.
San Martín era fiel a su pradera.
Su sueño era un galope,
una red de correas y peligros.
Su libertad era una pampa unánime.
Un orden cereal fue su victoria.
.·.
Bolívar construía un sueño,
una ignorada dimensión, un fuego
de velocidad duradera,
tan incomunicable, que lo hacía
prisionero, entregado a su substancia.
.·.
Cayeron las palabras y el silencio.
Se abrió otra vez la puerta, otra vez toda
la noche americana, el ancho río
de muchos labios palpitó un segundo.
.·.
San Martín regresó de aquella noche
hacia las soledades, hacia el trigo.
Bolívar siguió solo.
.·.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Bachelet: “La Masonería ha sido una firme defensora de la libertad de conciencia y la autonomía de pensamiento”

Con un cerrado aplauso del público que asistía al Acto Solemne del Senado realizado en Santiago, se recibió la misiva que hizo llegar desde Francia la presidenta Michelle Bachelet (2006 -2010) al Gran Maestro Luis Riveros por el Sesquicentenario de la Gran Logia de Chile, el pasado viernes 25 de mayo.
"Aliento a todos los masones a apropiarse de las grandes ideas de libertad, igualdad y fraternidad", señalo en parte de su mensaje.
Estimado Gran Maestro:
Les agradezco la invitación a compartir con ustedes esta solemne ceremonia de celebración de los 150 años de la Gran Logia de Chile, y lamento no poder acompañarlos sino a través de este saludo cordial a todos los integrantes de esa institución, en especial a sus máximas autoridades.
Esta conmemoración es un hecho cargado de significado no solo para la Masonería chilena. El país todo, en sus 200 años de vida independiente, ha vivido la impronta masónica desde que los Padres de la Patria soñaron la creación de una Nación que forjara su propio destino. Ello es tan así, que la Orden Masónica hunde sus raíces en la historia de Chile y los ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad -que inspiraban a los fundadores de la República- han estado presentes hasta el día de hoy.
En el siglo y medio transcurrido desde la fundación de la Gran Logia de Chile, la Masonería ha sido una firme defensora de la libertad de conciencia y la autonomía del pensamiento, respecto de cualquier clase de limitación preestablecida, al tiempo que ha enfatizado la independencia del Estado y el derecho de los ciudadanos a participar activamente y libres de todo prejuicio en la marcha de la Nación.
Esa impronta del libre examen es la que han defendido numerosos masones en la historia de Chile, entre los cuales -por no poder nombrarlos a todos- quisiera destacar a uno en especial, que creo sintetiza la voluntad de trabajo por una sociedad mejor que han manifestado mayoritariamente los masones de Chile durante estos 150 años. Me refiero a Enrique Mac lver, quien, cuando Chile se abría paso al Siglo XX, pronunció aquel memorable discurso sobre la crisis moral que afectaba al país, en el que expresó con visionaria claridad la necesidad de hacer participar verdaderamente a la ciudadanía en las decisiones más importantes del Estado y emplazó a quienes deseaban servir desde el sector público a hacerlo con honestidad y transparencia.
Decía Mac lver: "Señalar el mal es hacer un llamamiento para estudiarlo y conocerlo y el conocimiento de él es un comienzo de la enmienda. Una sola fuerza puede extirparlo, es la de la opinión pública, la voluntad social encaminada a ese fin".
No cabe duda que ese espíritu ha caracterizado a la Masonería Chilena en todo este lapso de nuestra historia, pese a que, como toda institución formada por hombres, junto a aquellos momentos de gran brillo ha tenido también otros en que sus luces se replegaron a la espera de un entorno interno y externo más propicio para ejercer su labor de promoción de la libertad, la fraternidad y la tolerancia.
Ese reconocimiento de la Masonería Chilena de sus propias circunstancias la ha llevado, una vez más, por el camino de sus profundas convicciones, de sus principios y valores. Es lo que la hace una institución que sirve plenamente a los objetivos de buscar un camino común a nuestras expectativas de desarrollo político, económico y social, de tratar de dar real satisfacción a las urgentes demandas de los sectores más desposeídos, y a reconocer en todos los chilenos la riqueza de nuestra Naci6n.
Estimadas amigas y estimados amigos:
Creo que es una afortunada coincidencia el que 150 años después que la Gran Logia de Chile comenzara a acompañar la consolidación de la República, la sociedad esté pidiendo hoy mayoritariamente avanzar en una mejor institucionalidad, un nuevo aire, una nueva manera de seguir haciendo crecer al país.
Aprovecho entonces esta oportunidad para alentar a todos los masones a apropiarse nuevamente de las grandes ideas de Libertad, Igualdad y Fraternidad, en pro de generar los cambios que profundicen nuestra democracia y nos permitan disminuir las brechas de la desigualdad.
El Chile del futuro nos espera a todas y todos, y debemos seguir trabajando para ello desde nuestras respectivas miradas y diferencias, pero con un sentido final de unidad.
Los saluda con especial afecto,
MICHELLE BACHELET

martes, 3 de diciembre de 2013

Angel Medina... La Revolución de Maquiavelo «El Príncipe» 500 años después





Adjunto Dossier Realizado por del Q:. H:. Angel Medina Venerable Maestro de la Logia Leonardo Da Vinci N° 244 en Venezuela con motivo de la celebración del quingentésimo
aniversario (500 años) de la aparición de “El Príncipe”
de Nicolás Maquiavelo.

(Descargar)